
Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa en un acto público en Madrid, en 2019. Gtres
El motivo por el que a Isabel Preysler se le acabó el amor y le pidió a Mario Vargas Llosa que se fuera: del éxtasis a los gritos
"Mario y yo hemos decidido poner fin a nuestra relación definitivamente", dijo ella el 28 de diciembre de 2022. "Eran dos mundos distintos", opinó el Nobel.
Más información: Así es el piso de Mario Vargas Llosa en Madrid: un edificio del siglo XIX que fue su 'búnker' tras su ruptura con Isabel Preysler
Miércoles 28 de diciembre de 2022. Día marcado en rojo en la historia de la crónica social española, y no se trataba de una inocentada. Isabel Preysler (74 años) anunciaba, vía exclusiva, en su revista de cabecera, ¡HOLA!, la noticia más inesperada: su ruptura de Mario Vargas Llosa tras casi ocho años de aparente idílico romance.
"Mario y yo hemos decidido poner fin a nuestra relación definitivamente. No quiero dar ninguna declaración más y agradezco a los amigos y medios de comunicación que nos ayuden en esta decisión", rezaba la escueta y educada confirmación de ruptura de la propia Preysler.
En concreto, 32 palabras que daban al traste con un amor que zarandeó los cimientos del mundo del corazón y de la literatura en 2015. Fue en febrero de aquel año cuando la noticia estalló como una bomba en los medios españoles y allende los mares: el escritor, separado de su mujer, Patricia Llosa (80)- iniciaba un romance con la socialité.

Isabel Preysler y su pareja, Mario Vargas Llosa, en mayo de 2019, en un acto público. Gtres
Las crónicas de entonces aseguraron que ambos cayeron enamorados como dos adolescentes y, en efecto, el material gráfico así lo atestiguaba. Mario apareció para Isabel como un tornado. Aquel amigo al que conoció -y entrevistó- tantos años atrás, volvía a su vida aquel 2015 en forma de flechazo. Una fiesta en Londres cambió sus vidas.
No lo tuvieron nada fácil. Sobre todo, él con su familia. Hubo un rechazo frontal, pero el amor parecía que todo lo podía. Su historia comenzó a coger empaque a medida que las portadas de las revistas los inmortalizaban aquí y allá, en esta cena o en aquel viaje. Nueva York, Moscú, Perú, Colombia, Filipinas: el mundo los acogía.

Mario Vargas Llosa e Isabel Preysler, en el Teatro Real de Madrid, en 2019. Gtres
"El ritmo de viajes que llevamos es tremendo", contó Isabel. Los eventos sociales los abrazaban. Envueltos en flashes, Isabel y Mario se convirtieron en la pareja más deseada. Él, premio Nobel de Literatura, se dejó mecer por el papel couché, y llegó a conceder entrevistas junto a su razón de amor.
Siempre en apariencia, no había ni una sola fisura entre ellos, de tan fortalecida como estaba su historia de amor. Dos personas tan socialmente distintas, de mundos e intereses tan opuestos, se habían encontrado y casaban a la perfección. Se llegó a hablar de boda, de que todo podría ocurrir.
Mario fue un hombre libre en el terreno legal en noviembre de 2018, cuando el proceso de divorcio de Patricia Llosa culminó. "Estamos maravillosamente bien como estamos", echaba balones fuera Isabel. No obstante, las fisuras en el amor, antes tan impensables, llegaron. Una publicación deslizó, un aciago día, que la dupla vivía separada.
Ella, en su chalé de Puerta de Hierro. Él, en su casa en el centro de Madrid. Entonces, se desmintió toda crisis y se pretextó que él se iba a este piso de 'soltero' para escribir y coger inspiración, pero no: no era verdad. Isabel y Mario comenzaron a tener problemas de puertas para adentro. En su día a día, en su forma de mirar al futuro: en su interior. Algo no iba bien.

Isabel Preysler y Mario Vargas Llosa, en la boda de Álvaro Castillejo y Cristina Fernández, en 2022. Gtres
Se expuso en algunos medios que cómo era posible que una relación tan dispar funcionara: El Nobel se levantaba cerca de las cinco y media de la madrugada, para escribir y leer y hacer deporte. Ella, en cambio, nunca fue muy de madrugar. Así, al menos, lo sostienen quienes la conocen. A Isabel se le acabó el amor. A Vargas Llosa, también.
Tocaba afrontar la realidad. El problema vino cuando cada uno contó los motivos del quiebre sentimental a su modo. Preysler se sinceró con ¡HOLA! el 28 de diciembre de 2022: "Mario y yo hemos decidido poner fin a nuestra relación definitivamente".

La portada en la que Isabel Preysler anunció la ruptura.
La versión que arrojó entonces la citada revista -gran amiga y afín a Preysler- fue que el Premio Nobel protagonizó algunas escenas de "celos infundados" durante la relación y que sus espantadas de la casa de Isabel eran frecuentes. Frente a esta teoría, sólo se conoció lo que opinaba el entorno del escritor.
"Eran incompatibles. A él le interesa la cultura y a ella el espectáculo. Hay un abismo entre ambos. (...) Él ya parecía sentirse incómodo viendo su imagen convertida en un adorno, en un reclamo para fiestas, eventos y hasta para el documental de la hija de Isabel, Tamara Falcó (43)", confiaron personas próximas al Nobel en El País.
Él, Mario, sólo atinó a decir que aquello de los celos no era verdad. "Yo no he hecho ninguna sobre Isabel. Y he tenido durante un mes periodistas desde las siete de la mañana plantados en el portal. Salía a caminar y ya me los encontraba", dijo él.
"Son dos mundos muy distintos, muy separados. Pero, bueno. La experiencia se vivió y ya está, he vuelto a estar en mi casa rodeado de libros", agregó el Nobel. En aquellos días de tanto ruido se habló, incluso, de una delicada escena en un hotel de Nueva York, en la que los gritos fueron los protagonistas.
Hubo diversas escenas de celos prolongadas en el tiempo. Así lo sostuvo la periodista Paloma García-Pelayo, en El programa de Ana Rosa, y lo refrendó Kiko Matamoros (68) en su extinto espacio de Sálvame.
Matamoros sostuvo que Preysler fue demasiado "indulgente" en su comunicado oficial de ruptura. Siempre según su versión, los celos de Vargas Llosa se manifestaron desde el inicio de la relación. "Cuando dijo Isabel Preysler, en el comunicado de ¡HOLA!, que la culpa de la ruptura eran los celos, yo dije que estaba siendo muy indulgente".

La reina de corazones y el Nobel, en el Teatro Real, en una de sus últimas imágenes públicas. Gtres
"Las escenas en el tiempo se repetían con muchísima frecuencia. Y delante de muchos testigos", comenzó a explicar el aguerrido colaborador. "Como hay muchos testigos, voy a contar unas pocas de las escenas que ha protagonizado este señor en este sentido", agregó.
"Al principio de la relación, durante el primer año, no habían hecho casi un año, en Nueva York, son invitados a una cena donde había gente de la jet, gente importante del mundo de las finanzas. En esa cena, Isabel recibe una llamada a su teléfono de un armador griego, amigo suyo", continuó detallando Kiko.
Matamoros remacha: "Él ve la llamada perdida, que se queda como perdida en la móvil. En ese momento, alega que está indispuesto y que no tiene ganas de comer. Se van de la cena, la saca de la cena, y cuando llegan al hotel él le monta un número que Isabel se queda horrorizada. Pegando unos gritos que provocan que los señores que estaban en la habitación de al lado llamen a recepción".
Sea como fuere, a Isabel y a Mario se les agotaron aquellos días de vinos y rosas, de amor y de felicidad. Del éxtasis pasaron a los gritos y a los celos. Todo se desinfló y la vida los alejó. Nunca más supieron el uno del otro. El pasado domingo, día 13, llegó el deceso del Nobel. ¿Qué habrá sentido de verdad Isabel Preysler? Sólo ella lo sabe.