Arturo Sánchez es una empresa familiar fundada en 1917 en Guijuelo (Salamanca) dedicada a la elaboración de jamones y embutidos ibéricos de gran calidad. Siempre está innovando y ahora llega con su último invento: el chorizo y su famoso salchichón 100% ibérico de bellota ¡en tarro!

Acaba de lanzar al mercado una nueva gama de productos en tarro de cristal envasados al vacío y sellado herméticamente. Este es un sistema que les permite conservar intactas todas sus propiedades. Cuando se abre el tarro y oímos el sonido, ese ‘plaf’ que indica que se ha roto el vacío, aparece el aroma del chorizo o del salchichón que es embriagador, maravilloso. Y cuando lo probamos, se confirma también que el sabor está intacto. Además, el tarro de cristal consigue que el producto conserve las propiedades que se consiguen en los secaderos naturales de Guijuelo, de forma artesana.
En su afán de ofrecer una mejor experiencia organoléptica a sus clientes, en Arturo Sánchez han decidido prescindir de envases plásticos que estén en contacto directo con el producto para que sus embutidos lleguen al consumidor final de una manera novedosa, manteniendo toda su esencia.

Con el empleo de estos envases se reduce el impacto ambiental porque pueden ser reciclados arrojando el tarro al contenedor del vidrio y la tapa metálica al contenedor de envases. Pero también se puede optar por darle una segunda vida al recipiente, utilizándolo para almacenar alimentos, tanto en seco como en congelador, depositar objetos, decorar… reduciendo de este modo los residuos a cero. En Arturo Sánchez no sólo están comprometidos con la excelencia, sino también con el medio ambiente, por ello, con este envase reducen también la cantidad de material plástico empleado, cada vez más nocivo para el planeta.
En esta nueva línea de producto, se presentan piezas en un formato de unos 200 gramos aproximadamente, de Chorizo y Salchichón de Bellota Gran Reserva, 100% ibéricos. Las recetas de estos embutidos son fruto de un distintivo saber hacer, y para su elaboración se emplean solo las partes más nobles del cerdo ibérico: presa, pluma y secreto. Las piezas se atan manualmente y se secan en campana con leña de encina envejecida, y posteriormente pasan por un proceso de curación natural de varios meses en sus secaderos naturales de Guijuelo.