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Marina o Fran Lebowitz

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El fenómeno de la doble pantalla permite convertir los dos antagonismos televisivos en una aspiración literaria redonda

@mgarciarod

La televisión se la reparten dos mujeres. La televisión como fórmula genérica para nombrar todas las pantallas de Marina y Fran Lebowitz, tan complementarias que se reparten la ironía y la sordidez y mirándolas a las dos un rato sujetando el móvil y el iPad elaboro a la mujer perfecta. Ni siquiera ninguna de las dos es guapa, no me gustaría estar cerca de los dientes de la neoyorquina, y la tonelada y media de maquillaje debe ser un engorro en el caso de la sevillana, sin contar los accidentes reparados en el quirófano, los adornos navideños en un invernadero. Lo importante es el contraste de encantos. No es nuevo en televisión, pero no se produce tan a menudo la coincidencia de popularidad que me mantiene en vilo los jueves por la noche.

La elección es crítica, demasiado madura. Por eso, dejo salpicar de fondo la piscina que hierve en Mediaset mientras me acurruco en el sarcasmo de Netflix en versión original, disfrutando de lo que la realidad nos priva a los inconformistas. Vivir es elegir pero el wifi permite superar la condena de considerar irresistibles las ventajas de ambos lados de la valla. Cuando veo a uno de estos muchachos con las cejas depiladas disfrutar en los programas de éxito que ponen a prueba la vergüenza ajena siempre me pregunto si he perdido una juventud o he ganado dignidad. El fenómeno de la doble pantalla permite convertir los dos antagonismos televisivos en una aspiración literaria redonda.

Pretend's its a city muestra Nueva York, la ciudad que culmina todas las ambiciones que se cuentan, con los comentarios al pie de página de la "habladora" (Rosa Belmonte), y La isla de las tentaciones, el formato que culmina todas las ambiciones que no se cuentan, dirigida por la futura influencer, nos aproxima a las circunstancias que desembocarán en la comida del tal Lobo. Un ejercicio de estilo como el del capítulo de la tercera temporada de Mad men en el que Don Draper despierta en un motel con la nariz partida. Así es más interesante. Como si el casting de Telecinco no fuese un ejército de calientes se le llamó spoiler a la conquista del WhatsApp de las imágenes de visión nocturna, nuestra versión sin sábanas de La hora más oscura.

Entre todas las diferencias, ambas comparten las dos versiones del orgasmo. Las carcajadas de Scorsese tienen el mismo eco que los sorbos del otro notas.

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